viernes, 15 de septiembre de 2017

Andrea Segura: “Las mujeres estamos aseguradas a terceros y los hombres a todo riesgo”

Andrea Segura se reencuentra con el Martínez Valero

A veces una lesión te rompe un ligamento, otras un hueso, pero en este caso destrozó el corazón de Andrea Segura. Esta ex jugadora del Elche considera el fútbol como una parte fundamental de su vida. De familia de futbolistas, no podía amar más otro deporte que el balompié. Aunque le encantan todos siempre se ha decantado más por este. Una lesión ha hecho que tenga que abandonar antes de tiempo esta andadura por los terrenos de juego.

¿Cuándo se lesionó?
Me lesioné el 11 de enero de 2015, con un diagnóstico final de ‘rotura del ligamento del lisfranc (une los dedos del pie con el tobillo) y me aparecieron como osteofitos (son huesos pequeños que nacen debido a una inestabilidad en la articulación’. Aunque no llegué a tener un diagnóstico claro. Se fueron tratando cosas y haciendo pruebas para ir descartando hasta que se quedaron con eso. 
¿Cómo fue ese momento?
    Fue una jugada muy típica. Un balón alto en la frontal del área que fui a despejar con toda la fuerza del mundo. Entonces la delantera del Villarreal apareció por detrás metiendo la plancha. Yo no la vi y chuté como si fuera a darle al balón, pero le di con todas mis fuerzas a la plancha de la jugadora. En seguida noté como si algo se hubiera roto, pero salí del campo andando. En ese momento sí que pensé lo peor, pero como es una jugada muy típica el darle en los tacos a la otra jugadora creía que tenía un moratón interno. Nunca pensé que me podía lesionar por esa jugada que en mi vida he hecho 100.000 así. Sí que es verdad que en el banquillo sí que tenía esperanzas, pero en cuanto subimos al autobús para volver a casa no podía andar, tuve que ponerme hielo y me temí lo peor.
Psicológicamente quedaría muy tocada.
    Ese ha sido el problema de mi lesión. En ningún momento me dijeron el tiempo que tardaría en volver a jugar, que eso es lo que quiere cualquier jugador o jugadora. Fueron meses y meses de no saber qué me pasaba, de entrenar con mucho dolor y de tratamientos que no servían para nada. Llegó un punto en el que no sabía si iba a volver a jugar porque no tenía un diagnóstico. He tenido ganas de rendirme muchas veces. Después de la consulta del doctor de Prado pasé un mes hundida. Gracias a mi equipo, mis amigas, mi entrenador y mi familia no dejé el fútbol. A pesar de que la situación fue muy dura psicológicamente, aprendí que digan lo que digan solo tú conoces tus límites.
¿El club estuvo en todo momento a su lado?
    Si esto me hubiera pasado en cualquier otro club de Alicante o de la Comunidad Valenciana, hubiera sido peor. El Elche pagó todas mis pruebas porque la Federación Valenciana se desentendió completamente. Además me pagó la ficha un año entero que no pude jugar. Ha estado conmigo en la recuperación facilitándome el gimnasio, preparadores físicos, he ido al médico del primer equipo, al podólogo…
    Se ha portado muy bien en ese sentido pero creo que podrían haber hecho más, como operarme, aunque eso es responsabilidad de la Federación. Conozco casos de juveniles del Elche que han sido operados por el club, pero no estoy dentro de una entidad para saber si es legal operarme cuando eso depende de la Federación. A lo mejor podrían haber hecho algo más, pero hicieron todo lo que pudieron. Sobre todo mi entrenador que se volcó con mi caso. Si esto me hubiera pasado en el SPA y la Federación me hubiese dicho lo mismo me habría quedado sin nada, porque el club no tiene servicio médico ni gimnasio.


¿Por qué la Federación llegó al punto de desentenderse de su lesión?
    La Federación es una empresa de seguros, es lo que me han dado a entender, y buscan el beneficio económico. Ellos piensan que el fútbol femenino no les sale rentable, entonces ponen los mínimos medios posibles para tratar a sus jugadoras. Desde el primer momento en el que yo fui al hospital y les dije que tenía un dolor insoportable me hicieron radiografías, cuando yo les decía que mi lesión no era que me había roto algún hueso. Eso fue lo único que hicieron, hacerme diez radiografías en las que no salía nada, pero ignoraron mi caso como hacen con casi todas las jugadoras.
    Entonces fui a la Federación de Alilcante y me dijeron que era inoperable, que si lo hacían me iban a poner una prótesis y que iba a quedarme coja. Después fui a la sede de Elche, con las pruebas que me había hecho el club. Allí uno de los médicos de la Federación, después de ver la resonancia donde indicaba que cabía la posibilidad de que tuviera una rotura en el ligamento de lisfranc, me dijo que era especialista en rodillas y que volviera cuando estuviera su compañero. Después vino el otro médico y me aseguraba que eso no me lo había hecho jugando al fútbol, que lo tenía de nacimiento. Lo que hizo fue darme el alta en marzo, cuando yo todavía no podía jugar. Es más, volví a jugar en febrero de este año.
¿Quién se hizo cargo de la operación?
    Me operé a través de la seguridad social. Después de todas las pruebas posibles que me hizo el Elche fui al doctor del Prado, quien me dijo que era inoperable y que no podría volver a jugar. Ese momento lo recuerdo como un hundimiento moral, donde desistí un poco de lograr mi recuperación. Pero ese pensamiento me duró poco porque decidí agotar la última vía que conocía, la Seguridad Social. Donde estuve todo el verano de 2015 yendo al hospital de Alicante haciendo un tratamiento que no me iba a servir de nada, pero era fundamental para entrar en la lista de espera para la operación, al igual que la infiltración de factores de crecimiento.
     Esto me causó una hipersensibilidad en el empeine. Después de medio año me llamaron para la operación de los osteofitos. Aunque mi recuperación no quedó ahí sino que probé un tratamiento con acupuntura y me eliminó el 60% del dolor. Gracias a eso pude volver a jugar, porque antes era siempre el mismo proceso ‘gimnasio-trotar-grupo-y vuelta a empezar’.
Cuando se recuperó de la lesión y volvió a pisar el terreno de juego, ¿cómo fue ese momento tan esperado?
    Fue increíble porque volví a jugar en el campo donde me lesioné y fue una mezcla de sensaciones. No me creía que eso iba a volver a pasar, porque me tiré muchos meses viendo que no podía volver. Cuando pasó me sentí feliz, pero tenía miedo. Salí a jugar en la misma zona donde me lesioné y me vinieron todos los recuerdos. Además de que en ese campo también se lesionó una compañera mía y volvimos las dos juntas a jugar. Fue un momento de superación para ambas.
Por su experiencia, ¿cree que hay diferencia en el trato de lesiones en el fútbol masculino y el femenino?
    En el mundo femenino la gente se cree que las futbolistas piden ser un Cristiano Ronaldo o un Messi y cobrar un millón de euros, cuando en verdad lo único que están pidiendo es tener un respaldo sanitario. Realmente eso es lo importante. Saber con seguridad que, en el momento en el que saltas a un terreno de juego y te lesionas, vas a tener a un equipo médico que te van a ayudar. No se puede salir con miedo a lesionarte por no ser tratada como profesional. Eso repercute en tu vida. Muchas compañeras mías han suspendido sus carreras o las han despedido de sus trabajos por una lesión. Lo tratan como si fuera un hobbie cuando realmente no lo es.
¿El fútbol qué significa para usted?
    El fútbol es parte de mí. El 70% de mí es fútbol. Ya sea por lo que me ha enseñado en la vida, por el tiempo que he pasado dedicándome a ello, como por la gente que he conocido. Este deporte prácticamente me lo ha enseñado todo. Desde a no rendirme cuando me lesioné, hasta el saber convivir con gente que no tienes nada en común, pero que como es parte del equipo tienes que soportar. Además, me ha dado gran parte de mi entorno. Eso en realidad es lo importante, a las personas que te llevas gracias a él.  
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